viernes, 5 de agosto de 2011

UN MONSTRUO POLÍTICO DOMINA MI CIUDAD

'En mi ciudad hay un monstruo político que tiene los votos en el
bolsillo desde hace 10 años'.
La frase pertenece a un suscriptor de Psicociudad y refleja una
realidad que muchos viven.
Es el monstruo político.
Ese candidato que siempre gana.
Que parece ser el dueño de los votos de su ciudad.
Un candidato al que parece imposible ganarle.
¿Será imposible?

Veamos un ejemplo.
Un ejemplo totalmente ficticio, claro.
Digamos que un ejemplo...hmmm...tal vez gastronómico.

¿Cómo podría un pequeño ser humano comerse a un enorme dinosaurio?
Pedacito por pedacito.
Parte por parte.
Fragmento por fragmento.
Poquito a poco.
Porque si pretendiera comerlo de una sola vez...pues moriría en el
intento.

La enseñanza es que no hay enemigo grande que no pueda ser
derrotado paso a paso.
No enfrentándolo frontalmente.
No peleando a matar o morir.
Nones.
Sino poquito a poco.

Allí está el error estratégico de quienes se enfrentan al monstruo
político de su ciudad o de su país. Creen que se lo pueden comer
así como así. Que basta con ir al asalto con valentía. Cara a cara.
Jugados a cara o cruz.
Y la moneda siempre cae del lado equivocado.

Tiempo y trincheras. Si te vas a enfrentar a un monstruo político
debes memorizar esas 2 palabras. Y actuar en consecuencia.
Tiempo y trincheras.
Trincheras y tiempo.

Tiempo porque no será una única batalla final.
Más bien debes concebir un proceso con varias etapas. Nada de
cortos plazos, sino plazos medianos o largos. A ese monstruo no le
vas a ganar en una sola batalla electoral. Será una guerra, una
larga guerra con muchas batallas importantes.

Trincheras porque al final de cada batalla deberías tener una nueva
trinchera en la cual parapetarte. Un nuevo punto fuerte. Un escalón
superior en votos. Un barrio donde seas mayoría. Un sector del
electorado donde plantes fuerte tu bandera. Un nuevo cargo electivo
conquistado aunque sea menor. Una mejor posición en la opinión
pública. Un logro que todos te reconozcan.
El punto fuerte puede variar, pero necesitas finalizar cada batalla
con un nuevo logro.
Con una nueva trinchera política en la cual hacerte fuerte. Más
fuerte cada vez.

Tiempo y trincheras.
Trincheras y tiempo.
Para recién después encarar la batalla final.

Por eso debes medir tus fuerzas y las del monstruo político.
Con objetividad.
Seriamente.
Y solo después decidir cuándo, dónde y para qué serán las próximas
batallas.

No te inmoles políticamente.
No pretendas tragarte entero y sin respirar al monstruo político.
Divídelo en pedacitos.
Y comienza a comerlo.
Lenta pero inexorablemente.

--
Daniel Eskibel
psicociudad.com